Se confunden cielo y mar
tiembla el
horizonte
y un mar
sin barcos
un mar
primigenio
se abre
ante mí
olas que se quiebran
golpean como puños las rocas
se estampan contra ellas
abriéndose en abanicos hacia las nubes
y se precipitan como ríos
que inundan el litoral
el viento
brama
y ondula la
foresta del acantilado
mientras
mis ojos y mi boca
se mojan de
sal
yo, que de la montaña vengo
yo, que ante la tormenta
he visto huir a las aves y guarecerse
en lo más recóndito del bosque
a ti te
pregunto —embravecido mar—
entre tus
olas que se derrumban
esas
gaviotas
esas
sombras del viento
¡cómo pueden volar?