Semana tras semana
una luz de solidaridad
en el túnel de la dispersión
atraviesa los campos
de una tierra extraña
pañuelos blancos
candil de la esperanza
Ni el frío de la noche
ni la lluvia ni el viento
nada detiene la marcha
hacia los muros de la
venganza
donde se entrelazan las voces
del deseado encuentro
una
mirada un abrazo
el
calor de un beso
y el regreso
de nuevo la distancia
que no es olvido sino
ausencia
vacío que permanece
en el vaivén de cada día
Muchos quedaron en los caminos
víctimas sin culpa
de la razón de Estado
pañuelos blancos
de una paz que no llega
Y entre tanto
manos blancas sonrisas blancas
manipulan el señuelo de una
paloma
con las alas rotas
hombres de metal
se sientan en los parlamentos
y nos matan desde lejos
con leyes con decretos
nos matan
ya
ni ven
la
sangre de los muertos
encastillados en su angosta
celda mental
ignoran
que
—ante los muros—
siempre habrá
pañuelos
blancos
gentes
del pueblo
que seguirán luchando
hasta alcanzar la paz.