En el aire limpio de la
montaña
que hace temblar las hojas
del haya
como banderolas de oración al
viento
hay algo de verdad
En el eterno fluir
de lo viejo a lo nuevo
en el viaje sin fin
que renueva la vida
también hay algo de verdad
Incluso en las palabras
que tocan conciencias
dormidas
hay algo de verdad
Pero la mirada limpia del
niño
—reflejo de su capacidad
creadora—
esa luz que a nuestra sonrisa
ríe
¿no será acaso
la única verdad?