Rendido al cálido aire que respiro
—sombra que se pierde en la sombra—
permanezco quedamente
bajo la marquesina del jardín
las horas pasan lentas como cigüeñas
mientras una tórrida corriente de aire
hace temblar los pétalos de las surfinias
Los pájaros cruzan el cielo como saetas
y un gorjeo se derrama
entre las palmeras abiertas como plumeros
cuyas nítidas sombras
parecen arañas dibujadas en la pared
La luna es tan sólo una tenue pincelada difuminada
como la primera versión de un poema
ambos sabemos esperar
ella a que llegue la noche
yo a que llegues tú
con tu caminar pausado
con tu sonrisa de golondrina
te sentarás a mi lado
y preguntarás como siempre
¿en qué piensas?
ya sabes en mis cosas te diré
y después
iremos juntos a pasear
hasta que la dorada luz del ocaso
nos abrace.