—esclavo de la perversa
ideología
que nos gobierna—
como alma a la deriva
en el vaivén de la marea
y
no abriste la mano
ante
el dolor y la miseria
si nunca viste hermano
la mirada del hambre
debo decir
aunque
te duela
que el hambre tiene ojos
de lágrimas vacíos
cuya luz de marfil
se apaga lentamente
un profundo silencio
cuando llega la muerte
y en el aire quedan
del olvido los ecos
porque no está donde debe
la mano del hombre
en este mundo sin Dios.