A Eduardo Laborde
Clínica
de la Asunción
habitación 118
tres días sin comer
le
trajeron un caldo
se
lo tomó en silencio
con
la sombría expresión
de
un condenado a muerte
—¿Estaba
bueno?, pregunté.
Y
él, sin inmutarse, respondió:
—Este caldo es como para asesinar al cocinero
y
en el juicio sería un atenuante.
Lander Laborde
Primavera 2012